La propiedad

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Librería e Imprenta La Reforma, 1924 - 168 páginas
 

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Pasajes populares

Página 141 - Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con la fuerza común la persona y los bienes de cada asociado, y por la cual cada uno, uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y permanezca tan libre como antes.
Página 97 - Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el reino de Dios.
Página 95 - Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Página 141 - Entonces este estado primitivo no puede subsistir, y el género humano perecería si no cambiara su manera de ser.
Página 141 - Ahora bien, como los hombres no pueden engendrar nuevas fuerzas, sino solamente unir y dirigir las que existen, no tienen otro medio de...
Página 97 - Ay de vosotros los que andáis hartos! porque sufriréis hambre. ¡Ay de vosotros los que ahora reís! porque el día vendrá en que os lamentaréis y lloraréis.
Página 97 - Abraham: Hijo, acuérdate que recibiste bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, males; y así éste ahora es consolado, y tú atormentado...
Página 91 - No hagas agravio al jornalero pobre y menesteroso, así de tus hermanos como de tus extranjeros que están en tu tierra en tus ciudades...
Página 141 - Esta suma de fuerzas no puede nacer más que del concurso de varios; pero como la fuerza y la libertad de cada hombre son los primeros instrumentos de su conservación, ¿cómo los comprometerá sin perjudicarse y sin descuidar las atenciones que se debe a sí mismo?
Página 97 - Hubo cierto hombre muy rico, que se vestía de púrpura y de lino finísimo: y tenía cada día espléndidos banquetes. Al mismo tiempo vivía un mendigo llamado Lázaro, el cual cubierto de llagas, yacía a la puerta de éste, deseando saciarse con las migajas que caían de la mesa del rico; mas nadie se las daba; pero los perros venían y lamíanle las llagas.

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